En la era de la globalización y la internacionalización de la producción, la competitividad y la eficiencia son los únicos criterios para medir la eficacia y la demanda de productos manufacturados. 

Actualmente, no existe una definición única de competitividad. Los principales factores que determinan la posibilidad de múltiples interpretaciones del concepto son las diferentes posiciones iniciales de los economistas y el hecho de que solo se considere fabricantes a empresas individuales, industrias o economías enteras.

La competitividad es un concepto relativo, porque los productos que compiten con éxito en algunos mercados serán completamente no competitivos en otros mercados. Esto requiere distinguir la competitividad de los mercados internos y externos.

Por lo tanto, al formar un concepto general del campo de la competitividad, se deben considerar todos los aspectos de este fenómeno. Sin embargo, según la experiencia de algunos países, la competencia en el mercado interno es la base de la competencia internacional.

Algunos autores creen que toda la diversidad de relaciones competitivas se lleva a cabo en tres niveles:

-Tipos de productos, producción y empresas microespecíficos

-Empresas integradas horizontalmente y mesoindustria de empresas, asociaciones de empresas sectoriales

-Complejo macroeconómico de tipo de integración transversal, etc

Desde el inicio de su constitución hasta toda su vida, cualquier empresa industrial, cualquier fabricante de commodities se ha enfrentado a la necesidad de resolver el problema de competitividad, que es de vital importancia para ellos.

Bajo la influencia positiva del mercado mundial y la competencia internacional, las economías de la mayoría de los países del mundo están estrechamente relacionadas con la economía mundial, y los mercados nacionales y sus necesidades están tomando forma cada vez más.

Hasta la segunda mitad del decenio de 1980, los problemas de competitividad a los que se enfrentaban las empresas nacionales casi siempre se plantearon en forma de tareas para garantizar la competitividad de los productos. Esto se debe a la participación relativamente débil de nuestro país en la división internacional del trabajo, el aislamiento de los sistemas financiero y económico y la incapacidad de comparar con precisión los costos de producción y los ingresos de la venta de productos básicos en los mercados extranjeros.

Sin embargo, las reformas de la década de 1990 llevaron a la reorganización de todo el sistema económico nacional. La situación actual se caracteriza por la participación de sujetos (estatales, municipales, privados) en diversas formas de propiedad en las relaciones económicas. Los intereses de la mayoría de los participantes del mercado se agrupan en torno a empresas; que son sectores económicos que atraen de forma independiente factores de producción, los utilizan y distribuyen los productos resultantes. La transformación del centro de gestión de los fenómenos económicos de macro a micro requiere el desarrollo de ciertos mecanismos para la toma de decisiones corporativas internas.

La etapa clave en el proceso de toma de decisiones es analizar alternativas y elegir la que mejor cumpla con los objetivos establecidos. Al mismo tiempo, con el establecimiento de las relaciones del mercado interno del país y su participación en las relaciones económicas mundiales, el interés por las cuestiones de competitividad se ha trasladado directamente a las empresas y las industrias de producción de materiales.

Rubén Martín
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